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Como las nubes movidas por el viento, como las grietas del muro o las volutas que suben en el aire, la mancha libre propicia toda clase de sugerencias. Posibilidades de ese tipo ofrecen los cuadros que presenta el mallorquin Miguel Capo, a quien ya conocíamos de otra interesante individúal en Zaragoza. Pero trae ahora, respecto a lo de entonces, un desarrollo más neto aún, con más limpieza y apertura en el abanico de colores. Demuestra también mayores inquietudes por la luz, reflejadas, sin duda, en el titulo que abre su catálogo: «A contraluz».


Si queremos entenderlo asi, dicho epígrafe contiene alguna insinuación impresionista, ya que elude a iluminaciones concretas. Pero no se piense por ello en ninguna descriptiva convencional, ni en un tiempo atmosférico o diurno. Estamos sólo ante la claridad o mas bien ante el cuerpo, casi informe, que se recorta sobre ella. sobre el fondo blanco y reflectante. En concordancia tampoco hemos de orientarnos principalmente por aquello que se identifica, aunque sea aceptable, como sucede con cierta música descriptiva, recrearse en las semejanzas con las aguas de una piedra semi-preciosa, de una estructura vegetal o de un corte anatómico. Entraremos asi en el campo de la ambigüedad. según la teoría de la información, ya que podemos adjudicarle casi cualquier contenido. Lo que traduce modos no literarios y un máximo de simple pictoridad.

Dentro de la abstracción lirica, cuya estela sigue con gusto y mano en cuidadas propuestas ornamentales. Miguel Capó cultiva el tachismo puro por su planteamiento informal, aunque resulte dificil no componer en absoluto por formas o tonos. Confia una parte considerable al azar dirigido. Y vuelca sobre la mancha el temperamento y hasta el subconsciente. De manera que las emociones hallan cauce para expresarse en una nítida apariencia.

Angel Azpeitia
BOMARZO

Roca I
Esmalte sobre tablex
80 x 60